CITAS Y AFORISMOS
"Es una experiencia verdaderamente fascinante, te olvidas de todo, de todas las preocupaciones, de todos los problemas, toda tu atención se centra en no caerte, es un deporte en el que interviene todo el cuerpo. Produce una enorme sensación de libertad sentirse tan cerca de las rocas, de la naturaleza, de las montañas, cuando alcanzas la cima sientes tal felicidad que quieres volver a experimentar esa sensación lo más a menudo posible".
Leni Riefenstahl

jueves, 4 de agosto de 2011

- MONTSERRAT. Por Joaquim Bochaca

MONTSERRAT

Aproximadamente en el centro geográfico del viejo Principado de Catalunya, se encuentra el macizo montañoso de Montserrat, a la derecha del curso del río Llobregat, y en su cima se alza, majestuoso, a unos 720 metros de altitud, el monasterio y santuario de “La Mare de Deu de Montserrat”, que creyentes y agnósticos consideran el centro espititual del país.
Los poetas, que a menudo comprenden más la esencia de las cosas, son capaces de explicarlas con unas cuantas palabras escogidas. Así, el poeta Joan Maragall, proclamaba “Montserrat, muntanya santa, la muntanya dels cent cims” (“Montserrat montaña santa, la montaña de las cien cumbres”). También la llama “montaña milagro”, porque en efecto, la existencia y supervivencia de Montserrat se asemeja a un milagro.
Junto a la antigua iglesia de principios del siglo XII, se contruyó la basílica, terminada en 1592 por el abad Bartomeu Garriga. Parcialmente destruida por las tropas napoleónicas, fue reconstruida poco después. La fachada principal fue substituida por la actual, y, en los años 1900-1901, decorada con imponentes esculturas de los hermanos Vallmitjana.
También durante la Guerra Civil española, los clásicos “descontrolados” trataron de destruir el Monasterio lo que pudieron impedir in extremis los Mossos d'Esquadra.
La nave central, cubierta con seis arcos góticos, tiene seis capillas laterales, y en las paredes hay esculturas de los cuatro profetas mayores, de Josep Llimona, y en el ábside colaboró Gaudí.
En una estancia contigua, está el Trono de la Mare de Déu de Montserrat, la “Verge Bruna” o Moreneta. También es de destacar el claustro neorrománico, de dos pisos, construido por Puig i Cadafalch, en el que se conservan piezas lapidarias salvadas de la destrucción napoleónica. La bliblioteca, que contiene 250.000 volúmenes, con 400 incunables, algunos de ellos impresos en el mismo Monasterio, más de 200 papiros egipcios, griegos y coptos y 2.000 manuscritos (latinos, castellanos, catalanes, hebreos, árabes y sirios) es de las más importantes de Europa. El archivo, reorganizado tras la destrucción de principios del siglo XVIII y XIX, contiene unos 6.000 pergaminos, unos 10.000 documentos de los siglos XII al XVII y otros 28.000 de los siglos XVIII y XIX.
Fuera del recinto del monasterio son notables la pinacoteca y el museo. La primera contiene numerosos cuadros de Zurbarán, Berruguete, Andrea del Salerno, Caravaggio, Van Loo, Jacint Rigau, etc..., y el segundo, además de diversas piezas de orfebrería ofrecida al Santuario, contiene el museo del Oriente Bíblico, importante por los objetos arqueológicos de Mesopotamia, Egipto, Chipre y Palestina.
En los alrededores del Santuario se encuentra el Camino del Vía Crucis, construido en el siglo XVII al mismo tiempo que la Capilla-Cueva, en que la leyenda sitúa el hallazgo de la imagen de la Moreneta, con representaciones de los quince misterios del rosario, obra de grandes artistas como Antoni Gaudí, Puig i Cadafalch, Llimona, los hermanos Vallmitjana y otros. Otras capillas, todas de construcción moderna, son las de San Miguel, San Jerónimo, San Dimas y San Juan, del siglo XIX. Las capillas de los Apóstoles, de la Inmaculada y de los Héroes del Bruc, fueron arrasadas por los “descontrolados” de 1936.
También son dignas de mención las estatuas de Mosén Jacinto Vergaguer y de San Francisco de Asís, obra del escultor Viladomat.
El punto más elevado de la Sierra de Montserrat -por supuesto mucho más elevado que el Monasterio- es el de San Jerónimo, en él se ubica una capilla, dependiente de la Basílica, a unos 1.230 metros del nivel del mar. El perímetro de la montaña es de 26 kilómetros con 10 de largo y 5 de ancho. El gran cerro de Montserrat surge abruptamente del llano, lo que añade majestuosidad y grandeza al misterio de sus extrañas extructuras. Los expertos afirman que la formación de Montserrat se debe a dos cataclismos geológicos: a principios de la era terciaria y como consecuencia de una contracción de la corteza terrestre se levantó la cadena de los Pirineos, y el mar, que a finales de la era secundaria había invadido el centro de la actual Catalunya, se convirtió en un gran lago de bordes escarpados, Montserrat estaba entonces bajo las aguas, cerca de la desembocadura de un río que procedía de las Baleares, (había un continente balear) y arrastraba una considerable cantidad de aluviones. Al hundirse, a su vez, el continente balear, del que sólo quedarían las islas, se formaron las depresiones del Vallés y del Penedés, y el lago se secó. La enorme masa pétrea que se había acumulado, donde había habido la desembocadura del río, el futuro Montserrat, se secó y se endurecío lentamente. Los agentes naturales, la erosión de las aguas y del mar, el calor, y los terremotos, serraron (en catalán Montserrat significa “monte aserrado) los flancos del conjunto montañoso. Al mismo tiempo, la desecación producía grandes grietas, o hendiduras y, así con el paso de los milenios surgío, gradualmente, Montserrat.
La vegetación de Montserrat es de una frondosa y sorprendente variedad. La fauna es muy abundante, con gran cantidad de pájaros cantores, y entre las aves carnívoras, algunas águilas, halcones y azires. En la actualidad hay en Montserrat jabalíes, hurones, zorros, ardillas y tejones. Toda esta fauna se esconde en los numerosos torrentes que dividen las vertientes de la montaña la cual, por otra parte, a pesar de su aspecto abrupto y casi inaccesible, contiene numerosos caminitos, que la hacen fácilmente asequible.
El espectáculo de Montserrat evoca en el alma la sensación de lo sobrenatural, de la leyenda, del símbolo.
Algunos historiadores de la montaña suponen, aunque sin ninguna base demasiado seria, que en Montserrat habían habido templos paganos dedicados a los dioses de la mitología clásica, aunque tampoco debemos olvidar el sentido de adoración de los pueblos primitivos por las obras excepcionales de la naturaleza. Incidiendo en esa hipótesis pagana, algunos autores, y muy notoriamente el francés Jacques Huynen, en su obra El Enigma de las Vírgenes Negras, aduce, con argumentos ciertamente interesantes, que son una reminiscencia de las Diosas Negras de la mitología egipcia. Otros, mas prosaicamente desvirtúan esa tesis, asegurando que las imágenes de las vírgenes negras -las hay en Francia, Alemania, Polonia y Rusia, entre otros paises- no podían ser de origen extra-europeo, por presentar rasgos absolutamente arios, y su negritud se debía a excesos de piedad de devotos peregrinos, convencidos de que cuando más acercaban sus velas petitorias a la imagen, más probabilidades tenían de que sus ruegos se vieran atendidos por la imagen. Las imágenes, pues, habían quedado ennegrecidas por la piedad.
En todo caso lo importante no es, a nuestro juicio, la historia o la meta-historia del color de la Moreneta actualmente venerada, sino el Mito, es decir, lo que representa para la comunidad catalana.
Todos los escritores y músicos que han tomado a Montserrat como tema, ha resaltado la indestructible unión de la Santa Montaña con el país que la circunda. Hay pocos lugares en que se puedan escuchar el canto gregoriano en su total y augusta simplicidad. Verdaguer (Mossén Cinto) dedicó su popularísimo Virolai a la Virgen de Montserrat, y el Maestro Nicolau su canto a la notable Escolanía.
En ocasión de la Guerra de Sucesión, los benedictinos de Montserrat estuvieron a rajatabla con su país, lo que provocó la venganza del primer y abyécto Borbón, desterrando a todos los monjes, esparcidos por diversos monasterios de la ancha Castilla, y substituyendolos por otros monjes castellanos. Como en aquellos tiempos el bilingüismo no existía, la comunicación entre los recién llegados monjes y los fieles era difícil. De entonces arranca la desgraciada frase “hablad en cristiano” que, en los tiempos inmediatos a la victoria del G.A.N. (Glorioso Alzamiento Nacional) era completada con la palabra “perros”, de lo que puedo dar personalmente fe, por habérselo oído decir a un anciano, un mozalbete con boina colorada.
Por supuesto, los monjes benedictinos de Montserrat, vuelven a ser gentes del país.
No puede cerrarse este artículo sin mencionar la leyenda que pretende identificar Montserrat con Monsalvat. “En el cielo hay un castillo y su nombre es Monsalvat”, se dice en la ópera Parsifal, de Richard Wagner, estrenada en Barcelona la noche de fin de Año de 1913. Un grupo de entusiastas wagnerianos, con el Conde Güell a la cabeza, quisieron identificar la montaña de Montserrat con el Monsalvat, que la leyenda pretende que era el lugar donde se guardaba el Santa Grial.
El caso es que los entusiastas wagnerianos encabezados por el Conde Güell no eran los únicos en dar una equiparación de Montserrat-Monsalvat. En Alemania varios eruditos participaban de la misma creencia, siendo tal vez el más destacado de ellos Otto Rahn. Y a tal efecto es imprescindible mencionar la visita que el Reichsführer SS Heinrich Himmler hizo a Montserrat el 23 de Octubre de 1940, en busca de pruebas o documentos que acreditaran aquella teoría. No pudo encontrar nada, tal vez debido al pillaje que de la biblioteca y archivos pudieron llevar a cabo los anarquistas durante la Guerra Civil.
En todo caso, Mito, leyenda y Realidad conviven en esa maravillosa montaña, visitada continuamente por curiosos turistas de todas las partes del mundo.

Joaquim Bochaca

(Artículo aparecido en la revista "Devenir Europeo")

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