CITAS Y AFORISMOS
"Es una experiencia verdaderamente fascinante, te olvidas de todo, de todas las preocupaciones, de todos los problemas, toda tu atención se centra en no caerte, es un deporte en el que interviene todo el cuerpo. Produce una enorme sensación de libertad sentirse tan cerca de las rocas, de la naturaleza, de las montañas, cuando alcanzas la cima sientes tal felicidad que quieres volver a experimentar esa sensación lo más a menudo posible".
Leni Riefenstahl

domingo, 27 de junio de 2010

- MEDITACIONES DE LAS CUMBRES DE EVOLA, VISTAS POR UN ANDINISTA CHILENO
















Por Mauricio Purto
Enero de 2010

Vittorio di Girolamo me regaló hace unos años un libro que atesoro: Meditaciones de las Cumbres. No son muchos los artículos de Julius Evola (1898-1974) que atienden a la montaña: sus cavilaciones sobre el argumento ocupan en realidad un espacio exiguo de su obra literaria. Sin embargo, traducen su ligazón con el mundo alpino y sus experiencias de “hombre de alta montaña” fueron indelebles en su formación interior. De esto hace fe su última voluntad: quiso que sus cenizas fuesen esparcidas en el glaciar del monte Rosa. Hablando de alpinismo, del “contacto con una naturaleza vertical, áspera, repulsiva”, Evola vislumbró la posibilidad también de favorecer “roturas de nivel”, causando “verdaderas crisis de la percepción ordinaria y de la conciencia de la realidad”. Aquí toda su visión está en la óptica de una “elevación superior”, accesible a hombres expertos y orientados desde la juventud a las prácticas esotéricas. De este último aspecto, Evola escribió con una cierta parsimonia, siendo un aspecto límite, peligroso, y por ciertos versos, referido sólo a sus propias experiencias. Más extendidamente escribe del modo en que se debería aproximar a la montaña. Para Evola el paisaje montañés exige silencio, concentración, sagrado respeto. En la total ausencia de vanidad, de egoísmo, pero además de esteticismos románticos y de concesiones emotivas, el hombre se representa en su acción fundamental: la elevación espiritual para vencer los obstáculos interiores y alcanzar la iluminación; en otras palabras, el ascenso a través un mundo vertical para alcanzar la cumbre. Según Evola, el alpinismo requiere de quien lo practica no sólo la conciencia de esta perfecta correspondencia, sino también la necesidad de favorecerla, intentando lo más posible no ceder a una especie de letargo espiritual. Definido “gurú” o “maestro espiritual del neofascismo”, Evola es todavía hoy un hombre de conocimiento incomprendido en muchos aspectos. Este buscador no pretendió ser considerado un pensador original o un filósofo que indaga en la realidad para luego enunciar una visión del mundo y de las cosas. Quizás se mostró como indagador, un explorador de la verdad que trajo a las luces tesoros ocultos: fue un “maestro de la tradición”, donde por tradición se entiende “las raíces comunes a todas las formulaciones sapienciales y religiosas del mundo, y que parten no del pensamiento humano, más de revelaciones divinas y de su transmisión simbólica”. Esta “revelación de la verdad” presupone un contacto, un eje entre lo divino y lo humano, una vía que se puede recorrer para alcanzar a la conciencia plena de la “verdad”.En este recorrido de conocimiento y conciencia que es la elevación espiritual, hay muchas maneras de proceder. Pero donde algunos sienten más propia la vía contemplativa, Evola prefirió la vía activa, siendo un hombre llevado por la acción, un “guerrero” más que un “sacerdote”. Para alcanzar la verdad escaló también montañas.

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