CITAS Y AFORISMOS
"Es una experiencia verdaderamente fascinante, te olvidas de todo, de todas las preocupaciones, de todos los problemas, toda tu atención se centra en no caerte, es un deporte en el que interviene todo el cuerpo. Produce una enorme sensación de libertad sentirse tan cerca de las rocas, de la naturaleza, de las montañas, cuando alcanzas la cima sientes tal felicidad que quieres volver a experimentar esa sensación lo más a menudo posible".
Leni Riefenstahl

miércoles, 8 de diciembre de 2010

- LA TORRE

La atracción que experimenta un alpinista por una montaña deriva en gran parte por la forma de esta.
Es suficiente pensar en la fascinación que trasmite la visión del Cervino o del K2, una forma de “pirámide” que nos evoca sensaciones, no del todo racionales, de verticalidad y vértigo, lineas que parten de una base más o menos extensa y que convergen en su totalidad en un único punto, allí arriba en lo alto.
Sin embargo, hay otros, como quién escribe estas lineas, que son irresistiblemente atraidos por las torres. La forma de la torre, del pináculo, evoca sensaciones todavía más fuertes que aquellas de una pirámide. La misma linea, tan extremamente vertical sobre una base más o menos estrecha en relación a la altura, da un sentido de elevación.
Desde la antiguedad el hombre siempre ha buscado erigir construcciones con forma de torre para los usos más diversos: de las torres medievales hasta los modernos rascacielos.
Pero todas las torres incitan nuestro incosciente sugiriendo emociones esenciales, diría arquetípicas.
El hombre busca alcanzar el Cielo, partiendo desde la Tierra, subiendo a través de la Torre: este es el arquetipo. El elemento de conjunción entre la dimensión de lo bajo y de lo alto.
Como escribe Evola en “Meditaciones de las cumbres”, escalar una montaña es por encima de todo una liberación, es “una catarsis, un despertar, un renacer en algo trascendente, divino”.
En este movimiento hacia lo alto se cumple precisamente un proceso de transformación que lleva al hombre cerca de Dios. Pero puede también ser un símbolo de presunción y caida, como cuenta la Biblia a cerca de la Torre de Babel.
Admirar una torre de roca como el Campanile Basso o el Cerro Torre, el Trango o el Campanile de la Val Montanaia, significa proyectarse en otra dimensión, la dimensión del Asceta (¿o quizá de la Ascesis...?). No se trata solamente de subir a la cima de una montaña cualquiera sinó de entrar en un terreno de confín entre la Tierra y el Cielo, como si fuera un altar de roca vertical. En este camino se sufre, se tiene miedo, se desearía volver abajo hacia dimensiones más “terrenales” y seguras, pero si se tiene el valor de dejar atrás la propias falsas certezas, las de la vida cotidiana, el alcanzar la cima de la “torre” nos enriquecerá mucho más que el simple premio conseguido por un exito deportivo.
No se si escalaré nunca una de estas torres. Aquello que será lo justo, será hecho, y lo haré seguramente, de una manera u otra. Pero en cualquier caso, aunque las escalase todas o ninguna, permanecerá siempre dentro de mi ese arquetipo insondable, esa sugestión mística que sólo un pináculo de roca sabe darme.
http://ilcuoreinvetta.wordpress.com/

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