CITAS Y AFORISMOS
"Es una experiencia verdaderamente fascinante, te olvidas de todo, de todas las preocupaciones, de todos los problemas, toda tu atención se centra en no caerte, es un deporte en el que interviene todo el cuerpo. Produce una enorme sensación de libertad sentirse tan cerca de las rocas, de la naturaleza, de las montañas, cuando alcanzas la cima sientes tal felicidad que quieres volver a experimentar esa sensación lo más a menudo posible".
Leni Riefenstahl

miércoles, 1 de diciembre de 2010

- EL OMPHALOS Y LOS BETILOS (El Rey del Mundo. René Guénon)

EL OMPHALOS Y LOS BETILOS (Capítulo IX, El Rey del Mundo. René Guénon)

Según lo que relata F. Ossendowski, el «Rey del Mundo» apareció antaño varias veces en la India y en Siam «bendiciendo al pueblo con una manzana de oro coronada por un cordero»; y este detalle alcanza toda su importancia cuando se lo relaciona con lo que Saint-Yves dice del «Ciclo del Cordero y del Morueco» (1). Por otro lado, y esto es aún más notable, existen en el simbolismo cristiano innumerables representaciones del Cordero sobre una montaña donde descienden cuatro ríos, que son evidentemente idénticos a los cuatro ríos del Paraíso terrestre (2). Ahora bien, hemos dicho que Agarttha, anteriormente al comienzo del Kali-Yuga, llevaba otro nombre, y este nombre era el de Paradêsha, que en sánscrito significa «Región suprema», lo que se aplica bien al centro espiritual por excelencia, designado también como el "Corazón del Mundo"; es de esta palabra de la que los caldeos han hecho Pardes y los Occidentales Paraíso o Paradis. Tal es el sentido original de esta última palabra, y esto debe terminar de hacer comprender por qué dijimos anteriormente que de lo que se trata es siempre, bajo una forma u otra, lo mismo que el Pardes de la Kábala hebraica.
Por otro lado, con relación a lo que hemos explicado sobre el simbolismo del «Polo» es fácil ver también que la montaña del Paraíso terrenal es idéntica a la "montaña polar" de la que se trata, bajo nombres diversos, en casi todas las tradiciones: hemos mencionado ya el Mêru de los hindúes y el Alborj de los persas, así como el Montsalvat de la leyenda occidental del Grial; citaremos también la montaña de Qâf de los árabes (3), e incluso el Olimpo de los griegos, que en muchos aspectos tiene el mismo significado. Se trata siempre de una región que, como el Paraíso terrenal, se ha vuelto inaccesible a la humanidad ordinaria y se sitúa fuera del alcance de todos los cataclismos que trastornan al mundo humano al final de ciertos períodos cíclicos. Esta región es verdaderamente la «Región suprema»; por lo demás, según ciertos textos védicos y avésticos, su situación habría sido primitivamente polar, incluso en el sentido literal de esta palabra; y sea lo que fuere de su localización a través de las diferentes fases de la historia de la humanidad terrena, sigue permaneciendo polar en el sentido simbólico, ya que representa esencialmente el eje fijo alrededor del cual se realiza la revolución de todas las cosas.
La montaña representa naturalmente el «Centro del Mundo» antes del Kali-Yuga, o sea, mientras que de algún modo existía abiertamente y aún no estaba subterránea; luego corresponde a lo que podría llamarse su situación normal, fuera del período oscuro establecido. Por otro lado es preciso añadir que, aparte de estas consideraciones referidas a las leyes cíclicas, los símbolos de la montaña y de la caverna tienen uno y otro su razón de ser, y que hay entre ellos una verdadera complementariedad (4); además, la caverna puede enfocarse como situada en el interior de la montaña misma, o inmediatamente por debajo de ésta.
Hay todavía algunos símbolos que en las tradiciones antiguas representan el "Centro del Mundo"; una de las más notables es tal vez la del Omfalos, que se encuentra igualmente entre casi todos los pueblos (5). La palabra griega omphalos significa «ombligo», pero designa también, de una manera general, todo lo que es centro, y más especialmente el cubo de una rueda; en sánscrito, la palabra nâbhi tiene igualmente estas acepciones, y ocurre lo mismo en las lenguas célticas y germánicas, derivadas de la misma raíz, donde se encuentra bajo las formas nab y nav (6), Por otro lado, en galo, la palabra nav o naf, que es evidentemente idéntica a estas últimas, tiene el sentido de «jefe» y se aplica incluso a Dios; es pues la idea del Principio central la que aquí se expresa (7). El sentido de «cubo de rueda» tiene además, a este respecto, una importancia muy particular, ya que la rueda es en todas partes un símbolo del Mundo realizando su rotación alrededor de un punto fijo, símbolo que debe relacionarse con el de la esvástica; pero, en ésta, la circunferencia que representa la manifestación no está trazada, de modo que es el centro mismo el que está designado directamente: la esvástica no es una figura del Mundo, sino más bien de la acción del Principio con respecto al Mundo.
El símbolo del Omfalos podía ser emplazado en un lugar que era simplemente el centro de una región determinada, centro espiritual, por otro lado, más bien que centro geográfico, aunque los dos hayan podido coincidir en ciertos casos; pero si ello es así, es porque tal punto era verdaderamente, para el pueblo que habitaba la región considerada, la imagen visible del «Centro del Mundo», lo mismo que la tradición propia a este pueblo no era más que una adaptación de la tradición primordial bajo la forma que convenía a su mentalidad y a sus condiciones de existencia. Se conocía sobre todo, por lo común, el Omfalos del templo de Delfos; este templo era realmente el centro espiritual de la Grecia antigua (8) y, sin insistir en todas las razones que podrían justificar esta aseveración, solamente haremos notar que es allí donde se juntaba, dos veces al año, el consejo de los Anfictiones, compuesto por los representantes de todos los pueblos helénicos y que formaban el único lazo efectivo entre estos pueblos, lazo cuya fuerza residía precisamente en su carácter esencialmente tradicional. La representación material del Omfalos será generalmente una piedra sagrada, lo que a menudo se llama un «betilo»; y esta última palabra no parece ser otra cosa que la hebrea Beith-El, «casa de Dios», el nombre mismo que Jacob dio al lugar donde el Señor se le había manifestado en un sueño: «Y Jacob se despertó de su sueño y dijo: ¡cuán terrible es este lugar! es la casa de Dios y la puerta de los Cielos, y Jacob se levantó de mañana, y cogió la piedra que había sido su cabecera, la colocó como un pilar, y derramó aceite encima de ella (para consagrarla). Y dio a este lugar el nombre de Beith-El, «casa de Dios»; pero el primer nombre de esta ciudad era Luz (9); por añadidura, se dice también que Beith-El, "casa de Dios", se convirtió a continuación en Beith-Lehem, «casa del pan», la ciudad donde nació Cristo (10); la relación simbólica que existe entre la piedra y el pan sería además muy digna de atención (11). Lo que es necesario señalar una vez más es que el nombre de Beith-El no sólo se aplica al lugar, sino a la misma piedra: "Y esta piedra, que he levantado como un pilar, será la casa de Dios (12)". Es pues esta piedra la que debe ser propiamente el habitáculo divino (mishkan), siguiendo la designación que más tarde se dará al Tabernáculo, es decir, la sede de la Shekinah; todo esto se relaciona naturalmente con la cuestión de «las influencias espirituales» (berakoth) y, cuando se habla del «culto de las piedras», que fue común a tantos pueblos antiguos, hay que comprender que este culto no se dirigía a las piedras, sino a la divinidad de la que ellas eran la residencia.
La piedra que representaba al Omfalos podía tener la forma de un pilar, como la piedra de Jacob; es muy probable que entre los pueblos celtas, algunos menhires tuvieran este significado, y los oráculos se impartían cerca de estas piedras, como en Delfos, lo que explica fácilmente que desde entonces hayan sido considerados como la morada de la divinidad; «la casa de Dios», además, se identifica muy naturalmente con el «Centro del Mundo». El Omfalos podía también estar representado por una piedra cónica, como la piedra negra de Cibeles, u ovoide; el cono recordaba la montaña sagrada, símbolo del "Polo" o del "Eje del Mundo"; en cuanto a la forma ovoide, se refiere directamente a otro símbolo muy importante, el del "Huevo del Mundo" (13). Hay que añadir una vez más que, si el Omfalos estaba representado más habitualmente por una piedra, también ha podido estarlo por un montículo, una especie de túmulo, que es todavía una imagen de la montaña sagrada; así, en China, en el centro de cada reino o Estado feudal, se elevaba en otro tiempo un montículo, en forma de pirámide cuadrangular, formada por la tierra de las cinco regiones: las cuatro caras correspondían a los cuatro puntos cardinales, y la cima al centro mismo (14). Cosa singular, vamos a encontrar estas «cinco regiones» en Irlanda, donde la "piedra levantada del jefe" era, de forma semejante, elevada en el centro de cada dominio (15).
En efecto, es Irlanda la que, entre los países celtas, proporciona el número más grande de datos relativos al Omfalos; en otro tiempo estaba dividida en cinco reinos, de los que uno llevaba el nombre de Mide (que quedó bajo la forma anglicista de Meath), que es la antigua palabra celta medion, «medio», idéntica al latín medius (16). Este reino de Mide, que se había formado de porciones tomadas en los territorios de las otras cuatro, se convirtió en el patrimonio propio del rey supremo de Irlanda, al cual se subordinaban los otros reyes (17). En Ushnagh, que representa con exactitud el centro del país, estaba levantada una piedra gigantesca llamada «ombligo de la Tierra», y designada también bajo el nombre de «piedra de las porciones» (ail -na-meeran), porque marcaba el lugar donde convergían, en el interior del Reino de Mide, las líneas separadoras de los cuatro reinos primitivos. Se celebraba allí, anualmente, el primero de mayo, una asamblea general totalmente comparable a la reunión anual de los Druidas en el "lugar consagrado central" (medio-lanon o medio- nemeton) de las Galias, en el país de los Carnutos; y la semejanza con la asamblea de los Anfictiones en Delfos se impone igualmente.
Esta división de Irlanda en cuatro reinos, más la región central que era la residencia del jefe supremo, se vincula con tradiciones muy antiguas. En efecto, Irlanda fue, por esta razón, denominada la "isla de los Cuatro Maestros" (18), pero esta denominación, lo mismo que la de "isla verde" (Erin) se aplicaba anteriormente a otra tierra mucho más septentrional, hoy desconocida, desaparecida quizá, Ogygia o sobre todo Thulé, que fue uno de los principales centros espirituales si no incluso el centro supremo de cierto período. El recuerdo de esta "Isla de los Cuatro Maestros" se encuentra hasta en la tradición china, lo que parece no haberse nunca señalado, he aquí un texto taoísta que da fe de ello: “el emperador Yao hizo grandes esfuerzos, y se imaginó haber reinado idealmente bien. Tras haber visitado a los Cuatro Maestros, en la lejana isla de Kou-chee (habitada por "hombres verdaderos", tchenn-jen, es decir, hombres reintegrados en el "estado primordial"), reconoció que había echado todo a perder”. El ideal es la indiferencia (o más bien el desapego, en la actividad "no actuante") del super-hombre (19), que deja girar la rueda cósmica (20). Por otro lado, los "cuatro Maestros" se identifican a los cuatro Mahârâjas o "grandes reyes" que, según las tradiciones de la India y del Tíbet, presiden los cuatro puntos cardinales (21); ellos corresponden al mismo tiempo a los elementos: el Maestro supremo, el quinto, que reside en el centro, sobre la montaña sagrada, representa entonces al Eter (Akâsha), la "quintaesencia" (quinta essentia) de los hermetistas, de cuyo elemento primordial proceden los otros cuatro (22); y tradiciones análogas se encuentran también en América central.

NOTAS
(1). Recordaremos aquí la alusión que hemos hecho ya en otra parte a la relación que existe entre el Agni védico y el símbolo del cordero (L 'Ésotérisme de Dante, ed. 1957, pág. 69-69; L´homme et son devenir selon le Vêdânta, p. 43); el Morueco representa en la India el vehículo de Agni. Por otra parte, F. Ossendowski indica en varias ocasiones que el culto de Râma existe todavía en Mongolia; hay pues allí algo más que Budismo, contrariamente a lo que pretenden la mayor parte de los orientalistas. Por otro lado, nos han comunicado, sobre los recuerdos del «Ciclo de Ram» que subsistirán aún actualmente en Camboya, unas informaciones que nos han parecido tan extraordinarias que hemos preferido no tenerlas en cuenta; no mencionamos pues este hecho más que a título informativo.
(2).Señalamos también las representaciones del Cordero en el Libro sellado de los siete sellos del que se habla en el Apocalipsis; el Lamaísmo tibetano posee igualmente siete sellos misteriosos, y no pensamos que esta coincidencia sea puramente accidental.
(3). Se dice de la Montaña de Qâf que no se la puede alcanzar «ni por tierra ni por mar» (lâ bil-barr wa lâ bil-bahr; confróntese lo que se ha dicho anteriormente de Montsalvat, y tiene entre sus otras
designaciones de la «Montaña de los Santos» (Jabal el-Awliyâ), que hay que relacionar con la «Montaña de los Profetas», de Anne Catherine Emmerich.
(4). Esta complementariedad es la de los dos triángulos, dispuestos en sentido inverso el uno del otro, que forma el «sello de Salomón»; también es comparable a la de la lanza y de la copa, de lo que se ha descrito anteriormente, y de muchos otros símbolos equivalentes a aquéllos.
(5). W. H. Roscher, en una obra titulada Omphalos, publicada en 1913, ha reunido una cantidad considerable de documentos estableciendo este hecho para los pueblos más diversos; pero no tiene razón al pretender que este símbolo está unido a la idea que se hacían estos pueblos de la forma de la tierra, porque él se imagina que se trata de la creencia de un centro en la superficie terrestre, en el sentido más groseramente literal; esta opinión implica un desconocimiento completo del significado profundo del simbolismo.
Usaremos en lo que sigue cierto número de informaciones contenidas en un estudio de M. J. Loth sobre El Omfalos entre los Celtas, aparecido en la "Revue des Etudes Anciennes", (julio-septiembre de 1915).
(6). El alemán, nabe, eje, y nabel, ombligo; igualmente, en inglés nave y navel, esta última palabra teniendo también el sentido general de centro o de medio. El griego omfalos y el latín umbiculus provienen además de una simple modificación de la misma raíz.
(7).Agni, en el Rig-Vêda, es llamado «Ombligo de la tierra», lo que se asocia aún más a la misma idea; a menudo la esvástica, como ya lo hemos dicho, es el símbolo deAgni.
(8). Había en Grecia otros centros espirituales, pero más particularmente reservados a la iniciación de los Misterios, como Eleusis y Samotracia, mientras que Delfos tenía un papel social relacionado directamente con todo el conjunto de la colectividad helénica.
(9).Génesis, 28:16-19.
(10). Se notará por otro lado la similitud fonética de Beith-Lehem, con la forma Beth-Elohim, que figura también en el texto del Génesis.
(11). Y el tentador, acercándose, dijo a Jesús: «Si tú eres el hijo de Dios, manda que estas piedras se
conviertan en pan» (S.Mateo, 4:3; cf.: S.Lucas, c. 4:3). Estas palabras tienen unos sentidos misteriosos, en relación con lo que indicamos aquí: Cristo debía cumplir una parecida transformación, pero espiritual y no materialmente como lo pedía el tentador; ahora bien, el orden espiritual es análogo al orden material, pero en sentido inverso, y la señal del demonio es la de tomar todas las cosas al revés. Es el Cristo mismo el que, como manifestación del Verbo, es el «pan vivo que descendió del cielo», de ahí la respuesta: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»; es ese pan el que debía, en la Nueva Alianza, ser sustituido por la piedra como «casa de Dios»; y añadiremos aún más, es por lo que los oráculos han cesado. A propósito de este pan que se identifica con la «carne» del Verbo manifestado, puede ser interesante señalar una vez más que la palabra árabe lahm, que es la misma que el hebreo lehem, tiene precisamente el significado de carne en lugar de la de «pan».
(12).Génesis, 28:22.
(13). A veces, en particular en ciertos omfaloi griegos, la piedra estaba rodeada por una serpiente; también se ve esta serpiente enrollada en la base o en la cima de los mojones caldeos, que deben considerarse como auténticos «betilos». Además, el símbolo de la piedra, como el del árbol (otra figura del eje del Mundo) está, de una manera general, en estrecha relación con la de la Serpiente; y es lo mismo que la del huevo, especialmente entre los celtas y los egipcios. Un ejemplo notable de simbolización del Omfalos es el «betilo» de Kermaria, cuya forma general es la de un cono irregular enrollado a la cima, y de la que una de las caras lleva una esvástica. M. J. Loth, en el estudio que hemos citado anteriormente, ha dado fotografías de este «betilo», así como de algunas otras piedras del mismo género
(14). El número cinco tiene, en la tradición china, una importancia simbólica muy particular.
(15).Brehon Laws, citados por J. Loth.
(16). Se habrá notado que China también está designada con el nombre de Imperio del Medio.
(17). La capital del Reino de Mide era Tara ; ahora bien, en sánscrito, la palabra Târâ significa «estrella» y designa particularmente a la estrella polar.
(18). El nombre de San Patricio, que no se conocía normalmente más que en su forma latinizada, era originalmente Cothraige, que significa "el servidor de los cuatro".
(19). El "hombre verdadero", estando colocado en el centro, ya no participa en el movimiento de las cosas, sino que en realidad dirige este movimiento por su sola presencia, porque en él se refleja la Actividad del Cielo.
(20).Tchan - Tseu, cap. I; trad. del P. L. Wieger, p. 213. El emperador Yao reinó, se dice, en el año 2356 antes de la era cristiana.
(21). También se podría hacer aquí una comparación con los cuatro Awtâd del esoterismo islámico.
(22). En las figuras cruciales, tales como la esvástica, este elemento primordial está representado igualmente por el punto central, que es el Polo; los otros cuatro elementos, corresponden a las cuatro ramas de la cruz, que simbolizan además al cuaternario en todas sus aplicaciones.

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