CITAS Y AFORISMOS
"Es una experiencia verdaderamente fascinante, te olvidas de todo, de todas las preocupaciones, de todos los problemas, toda tu atención se centra en no caerte, es un deporte en el que interviene todo el cuerpo. Produce una enorme sensación de libertad sentirse tan cerca de las rocas, de la naturaleza, de las montañas, cuando alcanzas la cima sientes tal felicidad que quieres volver a experimentar esa sensación lo más a menudo posible".
Leni Riefenstahl

sábado, 1 de enero de 2011

- ALPINISMO. Por Bartomeu Puiggros

ALPINISMO. Por Bartomeu Puiggros (Barcelona, 1949 - Marganell, 1975)










La sociedad en que nos ha tocado vivir ha transformado la vida del hombre en un "algo" difícilmente catalogable como vida, donde todo es artificioso y antinatural.
Dentro de este estado de cosas hemos de ver con buenos ojos todo tipo de actividades que fomenten el contacto del hombre con la naturaleza, como puede ser el excursionismo; de hecho da igual que mediante la espeleología o el submarinismo nos acercamos a un medio natural que no es el nuestro, pues lo que interesa es que se comprenda y ame a la Naturaleza en sus formas más diversas.
Un punto aparte entre este tipo de actividades merece el alpinismo, que por ser el marco en que se desarrolla y por la forma en que lo hace, lo convierten en una actividad que exige una dedicación total.
Alpinismo no es sólo la contemplación de los grandes paisajes de la alta montaña.
Alpinismo no es sólo un conjunto de técnicas que nos hacen accesibles paredes verticales o en desplome.
Alpinismo no es sólo un afán de superación de nosotros mismos.
Alpinismo no es sólo una búsqueda de aventura y de lo desconocido.
El alpinismo es un poco de todo ello, una u otra faceta serán principales en un momento determinado, pero ninguna tienen una preponderancia especial. El alpinista se ve atraido por las bellezas inhumanas de la alta montaña, rompe con la estética de su medio natural como hombre y prefiere una naturaleza que, de hecho, le es hostil, como es hostil a toda forma de vida. El alpinista rompe las barreras tanto físicas como psíquicas que le impiden llegar a la contemplación y a la comprensión de esta naturaleza hostil y queda entonces cautivado por una ilusión que no le abandonará ya jamás.
La belleza de la alta montaña es la belleza de los contrastes; del contraste entre los valles de formas curvas, cubiertos de prados y abetos, y las lineas rectas y severas de los altos picos; contraste entre las suaves y luminosas vertientes sur, cubiertas de nieve, y las agrestes y frías, oscuras caras norte, donde nunca llega el sol; el contraste realza las virtudes de unas y otras formas que se complementan de manera ideal.
Pero ¿vale la pena, en vez de dedicarse a la contemplación de estos maravillosos paisajes, perder el tiempo cara una pared para disponer, una vez llegado al pico, de 10 minutos de contemplación antes de iniciar un apresurado descenso en "rappel" para ganar la carrera a la oscuridad?. Realmente creo que un paisaje en sí mismo no es nada; sólo cobra un valor cuando es capaz de despertar una sensación estética o un sentimiento en el hombre; y este sentimiento no es el mismo para el que ha llegado a lo alto de un pico en funicular que para el escalador que se lo ha tenido que ganar a pulso. Para el escalador, el sentimiento será mucho más intenso, la duración del sentimiento es totalmente secundario. No quiero decir que el escalador sólo goce de la escalada cuando acaba, ello sería masoquismo, pero lo que siente al llegar arriba vale más que lo que sienten los turistas llegados por medios mecánicos; de hecho un escalador disfruta toda la escalada , pasa angustia en los tramos más difíciles o expuestos, pero experimenta una gran satisfacción al superarlos, satisfacción nacida de comprobar que ha llegado al perfecto dominio físico y psíquico necesario para superar con éxito tramos de dificultad extrema.
El alpinista, el verdadero alpinista, es un luchador, pero un luchador contra sí mismo -luchar contra la montaña, es decir contra un montón de piedras y hielo sería estúpido-, es un hombre que aprende a autodominarse y a resolver situaciones críticas e inesperadas con enorme rapidez y serenidad. Y donde dice hombre, yo he visto muchachos de 16 años, y es al mismo tiempo un poeta, un admirador incansable y apasionado de la estética de la alta montaña.
De hecho la idea de la montaña como lucha y como conteplación estética, las dos a una, está en la naturaleza del hombre blanco (la pura contemplación está posiblemente más vinculada al espíritu oriental); el europeo necesita acción que le estimule y le aumente la capacidad receptiva ante las maravillas de la alta montaña; por otra parte, es una característica propia de la raza blanca el afán de exploración, de descubrir tierras desconocidas que el alpinista lleva hasta las últimas consecuencias.
Por algo fué en el último resurgimiento de la raza blanca, con la aparición de los movimientos Nacionalsocialistas, cuando se solucionaron los conocidos como "últimos grandes problemas de los Alpes", es decir, la escalada de diversas caras norte de más de 1.000 m. de altura, efectuadas por alemanes e italianos: GRANDES JORASSES, punta central por los alemanes Peters y Meyer (1935); EPERON WALQUER por los italianos Cassin, Espósito y Tizzono (1938). CERVINO; pared norte, por los alemanes hermanos Schimdt, venidos desde Munich en bicicleta. EIGER-WAND, por los alemanes Heckmaier, Vorg, Kasparek y Harrer (1938). PIZ BADILE, cara nordeste, por los italianos Cassin, Espósito, Ratti, Molteni y Valsecchi (1937).
Ser alpinista es una forma de ser; el alpinista no va a la montaña como una evasión de dias festivos, para él la montaña es algo por lo que vale la pena vivir y soportar el trabajo de cada día. El alpinista es un ser que se revela contra la sociedad burguesa, cuya ley es la del mínimo esfuerzo y a la que repugna toda actividad que no reporte un tangible beneficio material; la sociedad lo considera como un pobre idealista que no aprecia demasiado la vida; la vida del burgués no, desde luego. ¿Como va a comprender lo que hace? Se expone a innumerables peligros, privaciones, pasa frio, hambre y no le dan nada a cambio.
El alpinista, lo sepa él o no, es un firme aliado nuestro en la destrucción de la sociedad materialista.
(Publicado en el Boletín de CEDADE, II - 1974)

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