

Las imágenes arquetípicas son claras en el simbolismo de lo ascensional, tan rico en posibilidades. No debemos olvidar que los ritos de ascensión tienen lugar en un centro, y que muchos mitos hablan de un árbol, de una cuerda o de una escala que une la tierra con el cielo; la escala ceremonial desempeñó un papel importante, lo que explica que no faltara en la iniciación órfica, y en los misterios de Mithra tuvo siete peldaños hechos de diferentes metales en correspondencia con los siete planetas. El iniciado al subir la escala recorría los siete cielos hasta elevarse al empíreo. Fácilmente se comprende que la escala de la iniciación mithraica fuera un eje del mundo, ubicado en un centro.
Por otra parte, la escatología pitagórica puso en relación la doctrina sobre la inmortalidad astral con la mansión de las almas en los espacios etéreos. Por ello la escalada o ascensión simbolizaba el camino hacia la realidad absoluta, así las ideas de santificación, de muerte, de amor y liberación van implícitas en el simbolismo de la escalera. Pues cada uno de estos modos de ser representa la abolición de la condición humana para alcanzar un paso de nivel. No debe de extrañar que el simbolismo de la ascensión y de los peldaños aparezca con bastante frecuencia en la literatura psicoanalítica, lo cual significa que nos hallamos ante un comportamiento arcaico de la psique humana, y no ante una creación histórica.
El concepto de montaña entra dentro del simbolismo de la ascensión y tiene carácter múltiple ya que participa de la idea de centro y de lo ascensional. La montaña en tanto que alta es vertical, elevada, se aproxima al cielo y participa del simbolismo de la trascendencia. En cuanto centro sirve para manifestar las hierofanías atmosféricas y numerosas teofanías. Por otra parte, la montaña es punto de encuentro del cielo y de la tierra, es morada de los dioses y término de la ascensión humana. Además la montaña expresa también las nociones de estabilidad, inmutabilidad y hasta pureza. De una forma general es a la vez centro y eje del mundo.
La montaña es una llamada a lo alto, a lo trascendente, de ahí que se la presente como una escalera fabulosa que ofrece una realización a los sueños. Es la montaña la cima de la humanidad, el punto a donde desciende la divinidad y se encuentra con el hombre que sube, por ello se la toma como símbolo de la reunión: es por tanto el primero y más sagrado de los santuarios, el arquetipo de todos los templos. Este simbolismo es tan fuerte que se lo considera insustituible a tal punto que el hombre ha levantado los zigurats y los templos mayas, que obran a manera de montañas artificiales, y no digamos de las pirámides egipcias.
Por principio, la montaña sagrada está en el centro del mundo y este "omphalos" es algo eminentemente simbólico. Si todo lugar sagrado tiene un centro, el centro sagrado natural más perfecto es la montaña santa, y la región que la rodea forma la totalidad del mundo organizado. En el orden geométrico la montaña está representada por la pirámide, que es una figura perfecta, que reposa en una base cuadrangular.
Ciertas concepciones bíblicas nos pueden quedar más claras si tenemos en cuenta el simbolismo de la montaña sagrada, ya que Dios ha respetado la psicología del hombre y cuando se ha revelado lo ha hecho con orquestación de elementos simbólicos, como vemos en la teofanía del monte Sinaí. En este templo natural Dios reveló a Moisés la construcción del santuario.
En relación con el simbolismo de la montaña está la piedra sagrada y el altar. Por todas partes hay piedras singulares y el hombre las ha venerado desde la prehistoria; la más significativa es la Ka'ba, en la Meca. Muchas de estas piedras son meteoritos que han caído desde el cielo a los lugares más elevados de la tierra como sucede en sitios como la Meca o Jerusalén, que están muy elevados por hallarse bajo la estrella polar sobre el paso del eje cósmico. Lo sagrado se manifiesta en estas piedras singulares ya porque en ellas el hombre ha recibido alguna revelación o porque están unidas a una salvación o recreación espiritual, como sucedió en la roca de Horeb.
Finalmente, la consideración de la piedra nos lleva al altar, que la religión ha de colocar en un lugar capaz de suscitar en el hombre las fuerzas psicológicas fundamentales según vimos en la teofanía del Sinaí. La palabra altar viene del latín "altus", que etimológicamente significa elevado y queda asimilado a la cima sagrada. Es también un microcosmos no sólo del mundo natural sino del universo espiritualizado por una consagración que abarca litúrgicamente a todo el universo. El altar pone en comunicación los diferentes pisos o niveles del mundo y su relación con el cielo está clara; mas por otra parte el altar está en comunicación con el mundo de los muertos por lo que generalmente en los templos se lo colocó encima de una cripta, es decir, la tumba que guarda los huesos de los mártires. Claramente el altar es un "mundus" que pone en relación lo subterráneo con lo terrestre y con lo celeste.
No se debe de pasar por alto la significación especial que tuvo la pirámide, morada del alma del rey, y como en ella el alma del rey difunto se unía a la de Ra, la pirámide fue la casa del propio creador; en su vecindad estaba amarrada una barca solar, en la que viajaba el alma. El rey inhumado en la pirámide fue objeto de un culto, así que al pie de la pirámide se construyó un templo consagrado al culto funerario del rey. Pero ante todo la pirámide fue un monumento funerario y cósmico, de ahí que debía de reproducir todos los trazos del universo, estando destinada a ser como su doble. De la misma forma que el mundo llega a la vida ante la llamada del divino Logos, la pirámide fue la imagen de la montaña primordial emergiendo del caos y creando el cosmos organizado. Era el símbolo del principio espiritual que anima al mundo. Coronada con su punta dorada, ella es la imagen del sol, donde él se une a la tierra; de este modo, sin dejar la tierra, las pirámides tocan el cielo.
Por otra parte, las pirámides estaban rodeadas por un foso de agua o por un muro que recordaba por su forma el signo jeroglífico del agua. Todo esto de acuerdo con la idea de que la pirámide era la montaña primordial, saliendo de las aguas, pues etimológicamente pirámide viene de pyrmus, que significa "llegando a ser".
Se ha dicho que la pirámide era la petrificación de un rayo solar ya que ella constituía simbólicamente una parte del cuerpo del sol. Ello explica que la pirámide sea un lugar funerario ya que las oraciones del difunto tendían a conseguir ser admitido en la barca solar. Era claro que este monumento eterno estaba destinado a servir de santuario del culto solar, en el que se cumplía el misterio de la más alta iniciación. Observando el interior de la Gran Pirámide, el corredor de entrada estaba perfectamente orientado y antes de llegar al nivel del suelo se dividía en sendos corredores, uno ascendente que por medio de la Gran Galería llevaba a la Cámara de la Reina. En él se ha visto la semejanza de estos dos corredores con los pasajes figurados en las pinturas murales que representan al sol en su viaje a través del Hades.
Por otra parte, la escatología pitagórica puso en relación la doctrina sobre la inmortalidad astral con la mansión de las almas en los espacios etéreos. Por ello la escalada o ascensión simbolizaba el camino hacia la realidad absoluta, así las ideas de santificación, de muerte, de amor y liberación van implícitas en el simbolismo de la escalera. Pues cada uno de estos modos de ser representa la abolición de la condición humana para alcanzar un paso de nivel. No debe de extrañar que el simbolismo de la ascensión y de los peldaños aparezca con bastante frecuencia en la literatura psicoanalítica, lo cual significa que nos hallamos ante un comportamiento arcaico de la psique humana, y no ante una creación histórica.
El concepto de montaña entra dentro del simbolismo de la ascensión y tiene carácter múltiple ya que participa de la idea de centro y de lo ascensional. La montaña en tanto que alta es vertical, elevada, se aproxima al cielo y participa del simbolismo de la trascendencia. En cuanto centro sirve para manifestar las hierofanías atmosféricas y numerosas teofanías. Por otra parte, la montaña es punto de encuentro del cielo y de la tierra, es morada de los dioses y término de la ascensión humana. Además la montaña expresa también las nociones de estabilidad, inmutabilidad y hasta pureza. De una forma general es a la vez centro y eje del mundo.
La montaña es una llamada a lo alto, a lo trascendente, de ahí que se la presente como una escalera fabulosa que ofrece una realización a los sueños. Es la montaña la cima de la humanidad, el punto a donde desciende la divinidad y se encuentra con el hombre que sube, por ello se la toma como símbolo de la reunión: es por tanto el primero y más sagrado de los santuarios, el arquetipo de todos los templos. Este simbolismo es tan fuerte que se lo considera insustituible a tal punto que el hombre ha levantado los zigurats y los templos mayas, que obran a manera de montañas artificiales, y no digamos de las pirámides egipcias.
Por principio, la montaña sagrada está en el centro del mundo y este "omphalos" es algo eminentemente simbólico. Si todo lugar sagrado tiene un centro, el centro sagrado natural más perfecto es la montaña santa, y la región que la rodea forma la totalidad del mundo organizado. En el orden geométrico la montaña está representada por la pirámide, que es una figura perfecta, que reposa en una base cuadrangular.
Ciertas concepciones bíblicas nos pueden quedar más claras si tenemos en cuenta el simbolismo de la montaña sagrada, ya que Dios ha respetado la psicología del hombre y cuando se ha revelado lo ha hecho con orquestación de elementos simbólicos, como vemos en la teofanía del monte Sinaí. En este templo natural Dios reveló a Moisés la construcción del santuario.
En relación con el simbolismo de la montaña está la piedra sagrada y el altar. Por todas partes hay piedras singulares y el hombre las ha venerado desde la prehistoria; la más significativa es la Ka'ba, en la Meca. Muchas de estas piedras son meteoritos que han caído desde el cielo a los lugares más elevados de la tierra como sucede en sitios como la Meca o Jerusalén, que están muy elevados por hallarse bajo la estrella polar sobre el paso del eje cósmico. Lo sagrado se manifiesta en estas piedras singulares ya porque en ellas el hombre ha recibido alguna revelación o porque están unidas a una salvación o recreación espiritual, como sucedió en la roca de Horeb.
Finalmente, la consideración de la piedra nos lleva al altar, que la religión ha de colocar en un lugar capaz de suscitar en el hombre las fuerzas psicológicas fundamentales según vimos en la teofanía del Sinaí. La palabra altar viene del latín "altus", que etimológicamente significa elevado y queda asimilado a la cima sagrada. Es también un microcosmos no sólo del mundo natural sino del universo espiritualizado por una consagración que abarca litúrgicamente a todo el universo. El altar pone en comunicación los diferentes pisos o niveles del mundo y su relación con el cielo está clara; mas por otra parte el altar está en comunicación con el mundo de los muertos por lo que generalmente en los templos se lo colocó encima de una cripta, es decir, la tumba que guarda los huesos de los mártires. Claramente el altar es un "mundus" que pone en relación lo subterráneo con lo terrestre y con lo celeste.
No se debe de pasar por alto la significación especial que tuvo la pirámide, morada del alma del rey, y como en ella el alma del rey difunto se unía a la de Ra, la pirámide fue la casa del propio creador; en su vecindad estaba amarrada una barca solar, en la que viajaba el alma. El rey inhumado en la pirámide fue objeto de un culto, así que al pie de la pirámide se construyó un templo consagrado al culto funerario del rey. Pero ante todo la pirámide fue un monumento funerario y cósmico, de ahí que debía de reproducir todos los trazos del universo, estando destinada a ser como su doble. De la misma forma que el mundo llega a la vida ante la llamada del divino Logos, la pirámide fue la imagen de la montaña primordial emergiendo del caos y creando el cosmos organizado. Era el símbolo del principio espiritual que anima al mundo. Coronada con su punta dorada, ella es la imagen del sol, donde él se une a la tierra; de este modo, sin dejar la tierra, las pirámides tocan el cielo.
Por otra parte, las pirámides estaban rodeadas por un foso de agua o por un muro que recordaba por su forma el signo jeroglífico del agua. Todo esto de acuerdo con la idea de que la pirámide era la montaña primordial, saliendo de las aguas, pues etimológicamente pirámide viene de pyrmus, que significa "llegando a ser".
Se ha dicho que la pirámide era la petrificación de un rayo solar ya que ella constituía simbólicamente una parte del cuerpo del sol. Ello explica que la pirámide sea un lugar funerario ya que las oraciones del difunto tendían a conseguir ser admitido en la barca solar. Era claro que este monumento eterno estaba destinado a servir de santuario del culto solar, en el que se cumplía el misterio de la más alta iniciación. Observando el interior de la Gran Pirámide, el corredor de entrada estaba perfectamente orientado y antes de llegar al nivel del suelo se dividía en sendos corredores, uno ascendente que por medio de la Gran Galería llevaba a la Cámara de la Reina. En él se ha visto la semejanza de estos dos corredores con los pasajes figurados en las pinturas murales que representan al sol en su viaje a través del Hades.
Fuente: Mensaje simbólico del arte medieval. Santiago Sebastián.
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