Los desfiladeros del cielo en las pinturas del grande Nicolaj K. Roerich.Este texto recoge las maravillosas vistas himaláyicas del célebre artista ruso Nicolaj Roerich, muy admirado por un maestro del alpinismo como Domenico Rudatis. Roerich hizo de la montaña su “centro”. Quién hojeé este volumen se dará cuenta de que el tema central es siempre el mismo – el milagro, el prodigio, la altura soberana – desde la primera hasta la última página. Bien al juntar una nube de color violáceo, bien las cimas resplandecientes del blanco amanecer, bien se prepara el torbellino de nieve, o bien como cierra, por encanto entre los hielos, un lago alpino. Y el Roerich pintor está allí, absorto. No tiene otro objetivo que capturar el alma de las cumbres –del milagro, del prodigio -, y sabe que para poder hacerlo es necesario abandonar hábitos ,opiniones y devenir sólo el espejo que refleja, el pincel que repite esa nube de color violáceo, ese torbellino de nieve, ese lago afligido que revela por contraposición la soberana inmutabilidad de las cumbres.
“El arte de Nicolaj Roerich es un arte de las alturas nevadas de aire enrarecido, allí donde la sensibilidad y el aire mismo se desmaterializan y dan a cada momento el sentido de la transparencia y del silencio de la montaña. Casi de manera constante, en sus paisajes vemos entrometerse el mito y el símbolo; figuras de ascetas en contemplación, fuegos de magia, formas de ídolos y apariciones elementales, transformaciones de sombras, y reverberos extraños de luz – inmaterial, “interna” – manan de sus cuadros sobre el fondo de un mar constituido de valles y altas montañas, montañas sobre montañas, como olas que se suceden una tras otra, sin interrupción, sin final.”
Nicolaj K. Roerich (1874-1947) pasó su vida tratando de seducir a las Musas. Una tras otra se le fueron concediendo: fue escritor, es más poeta, un pintor maravilloso, además de escenógrafo para Stravinsky y arqueólogo. Desde la Rusia helénica y bizantina, en rojo, azul y dorado, fue hasta América para más tarde, finalmente, ascender en el Tibet, buscando “los sagrados signos”. Su errar no fue nunca un vagabundear sinó una continua y tenaz búsqueda de “los sagrados signos”. Las cenizas del grande artista están allí, sobre los Himalayas, entre los desfiladeros del cielo.
Edizioni di Ar, 2011. Euro 60,00
http://www.edizionidiar.com/
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