
Frente al sentido espiritual y ético del alpinismo, ahora se ha establecido de manera hegemónica, un antagonista fuertemente asentado: el alpinismo capitalista. Un alpinismo que no es sino parte del mundo de los negocios, de la publicidad, de la prensa, radio y televisión. Lo que importa no es hacer tal o cual pico, sino hacer tanto o cuando dinero, para lo cual es necesario subir picos, hacer escaladas e impresionar al público ajeno que totalmente cautivado ante gestas que parecen inhumanas, pero... ¿lo son?
La famosa escaladora Catherine Destivelle ascendió la famosa pared del Dru en cuatro horas. Bonatti había hecho la primera de dicha pared en 1956, es decir, 34 años antes, empleando 6 dias con cinco vivacs en pared. “Hoy Catherine triunfa sin cuerda ni clavos, en puro sólo con una simple botella de agua y un jersey en su minúscula mochila” (París Match, 25-10-1990). Destivelle es honesta y en su libro “Ascensiones” menciona que este comentario “era profundamente injusto con el famosa alpinista italiano. Estas dos ascensiones no eran en nada comparables. En 1956 vencer el Dru representaba un reto increíble, casi incomprensible. La propia Destivelle al abrir una primera en el mismo Dru, empleó 11 días. Por ello el tema es sumamente complejo para el profano e incluso para el simple excursionista. Hay paredes extraplomadas, con techos, lisas, sin fisuras y relativamente fáciles y otras aparentemente sin problemas pero en las cuales la roca descompuesta, los aludes de piedras o nieve pueden ser decisivos. Por ello ante el alpinismo-negocio estamos totalmente perdidos y así en “Al Filo de lo Imposible” pueden representar una “gesta” que en realidad lo fue en el pasado, pero que no lo es en el presente. Unos buenos planos filmados por algunos excelentes cámaras especializados en escalada extrema, pueden hacer saltar a la fama a un escalador inferior de calidad a otro que no dispone de la cobertura informativa.
Calificar el actual alpinismo de “alpinismo capitalista” no es en absoluto demagógico, es simplemente la realidad. El alpinismo es ahora un negocio que mueve millones y a veces los escaladores deben rozar lo imposible para cumplir con los compromisos adquiridos a cambio de cuantiosas cantidades. Naturalmente siguen existiendo escaladores que se hallan al margen del “tinglado” profesional. Estas cantidades famulosas las obtienen los escaladores de “primera división “, y tal como ocurre en el fútbol, los de segunda y tercera simplemente sobreviven y los de categorías inferiores no cuentan para nada. Pero todo el montaje comercial, la aparición del dinero en medio de la escalada, ha generado multitud de iniciativas, siendo una de las más previsibles las competiciones de escalada. La idea de competir es consustalcial al género humano. En cuando dos niños se hallan solos se inventan algún tipo de competición. En Cataluña numerosas tradiciones han sido progresivamente olvidadas, pero los “Castellers” van aumentando de popularidad ya que tienen una faceta competitiva. Sin embargo para el alpinismo ético todo esto carece de sentido.
No hay comentarios :
Publicar un comentario