- PAUL CÉZANNE Y LA MONTAÑA SAINTE-VICTOIRE

PAUL CÉZANNE Y LA MONTAÑA SAINTE-VICTOIRE

Las numerosas vistas que Paul Cézanne pintó de la Montaña Sainte-Victoire forman un conjunto de importancia vital no solo para la pintura de paisajes, sino para el desarrollo del arte moderno.
Cézanne se instala en Provenza a comienzos de la década de 1880, y desencantado con el impresionismo, decide seguir su propio camino, encontrando inspiración en el paisaje. Su cuñado poseía una finca desde la que se veía el Monte Sainte-Victoire, por el que Cézanne comienza a interesarse.
En realidad la cima del Sainte-Victoire no es muy elevada, aproximadamente unos 1100 metros, pero sobresale en el paisaje de Aix-en-Provence por su imponente mole. Cezanne la pinta desde lugares diferentes, desde Gardanne, Jas de Bouffan, Les Lauves, Bellevue y Montbriant, de manera casi obsesiva, pero siempre en un modo diverso concentrándose sobre el mismo motivo.
Al igual que Hokusai en sus “Treinta y seis vistas del monte Fuji”, Cézanne usa diferentes puntos de vista en la serie de pinturas de la Montaña Sainte-Victoire, permitiendo la representación del paisaje alrededor de la montaña. Esta diversidad es clave para comprender la evolución del estilo de Cézanne. En las primeras vistas de la montaña, de las cuales el ejemplo más famoso es el que se conserva en el Museo Metropolitano de Nueva York (1882-85), Cézanne da importancia a la línea y al dibujo, destacando la presencia del arbolado en primer plano. En las últimas obras, como la que pertenece al Museo de Arte de Filadelfia o la del Kunsthaus de Zurich, la línea prácticamente desaparece, y solo hay manchas de color para representar los distintos volúmenes.