CITAS Y AFORISMOS
"Es una experiencia verdaderamente fascinante, te olvidas de todo, de todas las preocupaciones, de todos los problemas, toda tu atención se centra en no caerte, es un deporte en el que interviene todo el cuerpo. Produce una enorme sensación de libertad sentirse tan cerca de las rocas, de la naturaleza, de las montañas, cuando alcanzas la cima sientes tal felicidad que quieres volver a experimentar esa sensación lo más a menudo posible".
Leni Riefenstahl

domingo, 4 de marzo de 2012

- PICO SACRO, LA MONTAÑA MÁGICA DE GALICIA

PICO SACRO, LA MONTAÑA MÁGICA DE GALICIA




Desapariciones misteriosas, encantamientos y tesoros son algunos de los elementos que aparecen en las leyendas asociadas al Pico Sacro, un mágico enclave gallego donde se dice que vivió una reina mítica y por donde pasaron los restos del apóstol Santiago.

En ocasiones me pregunto si no sería preferible asociar un mito a cada nombre y creer que algunos lugares no pertenecen a este mundo, recibirlos como un regalo de los dioses o, si no creemos en estos, como un regalo de las hadas o del espíritu al que el alma se agarra para no volverse loca. Solo en el caso de que el contemplador tampoco crea en el espíritu debe acudir a la ciencia. Pero entonces jamás entenderá ciertas cosas. Vamos a hablar de un sitio así. Vamos a hablar del que posiblemente sea el lugar con mayor acumulación de leyendas e historias extraordinarias de toda Galicia. Vamos a hablar del Pico Sacro.

Leyenda jacobea
Este monte cónico de cuarzo es la cumbre más bella y más cargada de simbolismo de Galicia: O Pico, Pico Sagro, Pico Sacro, Montesagro, Montem Sacrum, Mons Sacer, Illicinus e Ilcino son algunos de los nombres con los que ha sido conocida por las generaciones de visitantes que, a lo largo de los siglos, han venido aquí por una u otra causa o la han mencionado en alguna de sus innumerables historias. Se ubica en el concello de Boqueixón, a 12 km en línea recta hacia el sureste de la catedral de Santiago de Compostela. Aquí, en esta rareza geológica que supone, en un país de granito y pizarras, tan prominente farallón de cuarzo, vivió, según la leyenda, la mítica reina Lupa o Loba y en su cima todavía se pueden ver las supuestas ruinas de su palacio. Incluso hay restos de la calle por la que subía, la Rúa da Raiña Lupa, un callejón de casi 2 m de ancho por 5 m de largo y 3 o 4 m de alto, un verdadero pasaje iniciático que corta de norte a sur el pico en toda su extensión. No se concibe la apertura de este callejón en una mole de cuarzo cristalizado sino con poderosas herramientas, una paciencia inverosímil y, desde luego, con alguna finalidad. Quizá la de abrir paso hacia la cueva principal, que se abre hacia el Noroeste. Hasta aquí llegaron, según la leyenda jacobea, los porteadores de los restos del apóstol Santiago buscando ayuda. Para transportar el cadáver la reina ordenó traer unos toros bravos del monte Ilcino, que se volvieron mansos con la oración. El monte era, a la sazón, morada de fieros animales y demonios.

El Mons Sacer o Mons Illicinus fue sin duda un santuario en la Galicia precristiana. Por ello, la Iglesia intentó a toda costa cristianizarlo nombrando patrón a Santiago e incorporándolo a la tradición jacobea, así como construyendo capillas: la de San Sebastián está en la ladera del Pico, a escasos metros de la cumbre, y la de San Lorenzo de La Granja se encuentra en los pies del monte. La primera, de planta rectangular y rasgos románicos, es todo lo que queda del antiguo monasterio fundado a principios del siglo X.

Enclave sagrado
Para muchas personas esta montaña sigue siendo un lugar sagrado. En 1936 el escritor y académico Eugenio Carré escribió: “Es legión la de los que creen aún en el poder de la divinidad enseñoreada del monte. Muchísimas, incontables son las gentes que (...) cuando se ven afligidas por dolencias (...) concurren a una de las múltiples alturas que de gran parte de la región permiten descubrir el Pico Sacro a larga distancia y, llenos de fe en el misterioso poder de que le suponen dotado, le dirigen la siguiente invocación: ‘Pico Sagro, Pico Sagro/ sáname do mal que eu trayo’. (Pico Sacro, Pico Sacro/ sáname del mal que traigo)”.

La plegaria se pronuncia mientras se coloca sobre las piedras del monte un pedazo de pan. El Pico Sacro llegó a ser considerado una entidad personal, similar a un santo. Las tradiciones populares gallegas recogen la historia de que el Pico Sacro era hermano de otros dos santos. Nos encontramos de nuevo con la estructura triple que aparece también, por ejemplo, en las tres Marías que entran en la habitación del moribundo la misma noche en la que va a morir y en las tres mouras que aparecen en las fuentes, etc. Como hemos visto, en el Pico se registra asimismo la presencia de tres santos con sus respectivos templos: san Lorenzo, en su base, san Sebastián, en su ladera, y Santiago, antiguamente en su cumbre, hoy desaparecido. En la Antigüedad este enclave albergaba una de las entradas al otro mundo: la famosa cueva del Pico Sacro, cuyas dos entradas, verdaderas simas de siniestro aspecto, no dejan de impresionar a quien a ellas se acerca en la soledad del lugar. Las almas, en forma de serpiente o lagarto, corren hacia ella como lo hacen en el no menos mágico lugar de San Andrés de Teixido (A Coruña). Los mayas de Guatemala también creían que los primeros hombres nacieron en una caverna y que a ella retornaban todos los seres humanos al morir. Las piedras que la gente arroja a la cueva son similares a las que llevan los peregrinos a San Andrés o al mismo Santiago para formar milladoiros, esos montones de piedras cuyo origen se remonta al Neolítico. Según la tradición más extendida, la costumbre se lleva a cabo para matar al dragón o la serpiente que allí reside y que custodia el tesoro de la gruta. Esta tradición nos orienta hacia la verdadera naturaleza del misterio que encierra el pico: el dragón, la serpiente y la culebra, tan presentes en la mentalidad tradicional gallega, simbolizan el guardián de la boca del infierno, pero también el custodio de una sabiduría propia que aparece representada por el tesoro encantado que igualmente guarda el monte. Es posible, dice la tradición, llegar a apoderarse del tesoro, aunque para eso es necesario conocer el conxuro que neutraliza a su guardián.

En cualquier caso, estamos seguros de que los motivos por los que se lleva realizando cientos de años el acto ritual de arrojar piedras al interior de A Cova do Pico están relacionados con el mito del dragón o sierpe de la cueva del monte. Merece la pena resaltar este aspecto legendario por lo viva que hoy continúa la tradición. Los visitantes llegan a traer piedras de lejos o a extraer los adoquines que forman parte del actual camino empedrado que va desde el aparcamiento de coches a la capilla de San Sebastián.

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