(Simbolismo del Norte y del Origen)
Por Christophe Levalois
Además de ser el origen, el polo Norte es el punto de unión entre el Cielo y la Tierra. Por consiguiente es la cima del mundo terrestre.
El es la abertura, la “puerta de los dioses”. El extracto siguiente de El Libro de Enoch (cap.XXXIII) indica que el lugar de paso del mundo humano al divino se encuentra en el polo Norte: “Luego, me dirigí hacia el septentrión en los límites de la Tierra. Y aquí, hacia los confines del mundo, yo vi prodigio grande y magnífico. Vi las puertas del Cielo abierto. (…)”
El polo Norte, en tanto que elevación hacia el mundo celeste, está figurado por el simbolismo de la montaña polar.
Según la tradición hindú, en el estremo Norte se levanta el monte Meru, residencia de los dioses, eje del mundo, colocado sobre el ombligo de la Tierra, bajo la estrella Polar, “ombligo del Cielo”. Según la tradición islámica, en el polo, Qutb, se encuentra la montaña Qâf. En la tradición hebraica, el monte Tabor tiene un sentido idéntico al de Meru, procedente de Tahur, “ombligo”. Una simbología similar se relaciona con el monte Garizim calificado de “ombligo de la Tierra”, “monte de la herencia”, colina eterna, etc.
Para la cosmogonía hermopolitana, en el Egipto antiguo, la creación se desarrolló a partir del Alto Otero, algunas veces asimilado a la isla de las Brasas. Según Luciano, en Grecia, durante el solsticio de invierno los dioses se retiran a la cumbre del Olimpo. Según la tradición china, en el Noroeste del mundo está la montaña Kuen-lun, que es a la vez una montaña, llamada “montaña del medio del mundo” y una residencia de nueve pisos. Allí reside el Soberano supremo. El que llega hasta allí obtiene la inmortalidad, lo que confirma el papel de intermediario entre el Cielo y la Tierra de la montaña polar.
Con su función de polo, de eje, de punto de enlace, de vía que lleva hasta el Cielo – lo demuestra su verticalidad que parte de la multiplicidad de la base para llegar a la unidad de la cima -, como refugio, la montaña también expresa otro simbolismo, idéntico al de la isla. Esta subida de la Tierra hacia los cielos representa lo inmutable que se opone a lo impermanente, el Ser al Devenir. Simboliza la estabilidad, la solidez, lo duradero. “Sé inmutable como la montaña” dice el Rig-veda, dirigiéndose a los soberanos.
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