Liberación Buscar la liberación es como querer ascender una montaña desconocida en un país del que mucho se ha hablado pero que en realidad ha permanecido casi desconocido y sobretodo incomprendido.
Cuando he narrado mis aventuras en la montaña también yo he hablado a menudo de liberación como búsqueda y como sentimientos personales, aventurándome entre las sorpresas y las maravillas del continente de la liberación. Nunca he afirmado haber alcanzado ninguna cumbre espiritual. Pero la ampliación del propio horizonte espiritual con extraños acontecimientos como los que he intensamente vivido, parece sugerir que tal vez debía encontrarme psíquicamente sobre alguna cima secundaria.
La montaña en su estado salvaje es una vía de liberación, como ha cantado Milarepa, pero es solamente una vía, no es toda la liberación.
Entre la vía y la meta existe un grandísimo paso, quizá también una incomprensible diferencia, como entre el tormento del deseo y el éxtasis del amor.
Explicar la liberación en general, fuera de las propias experiencias personales, se convierte en algo ilusorio. Si un ciudadano perezoso pregunta a un verdadero alpinista que ha regresado de la cima de una alta y difícil montaña qué es lo que ha visto y sentido allí, en las alturas, el alpinista no sabe nunca qué responder con exactitud.
¡La pregunta y la respuesta jamás van de la mano!
...Es como decir que hay una vía encima de la montaña y una vía dentro de nuestra alma.
La liberación es como una nostalgia indefinida hacia una cumbre ignota, que es nuestra misma realidad trascendente. Tal realidad es por lo tanto incomunicable. Cuanto más el hombre penetra en sí mismo y va más allá de sí mismo, menos comunica.
... Quien afronta los propios límites se encuentra a las puertas de la propia Liberación.
(“Liberazione. Avventure e misteri nelle montagne incantate”, Doménico Rudatis)
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