CITAS Y AFORISMOS
"Es una experiencia verdaderamente fascinante, te olvidas de todo, de todas las preocupaciones, de todos los problemas, toda tu atención se centra en no caerte, es un deporte en el que interviene todo el cuerpo. Produce una enorme sensación de libertad sentirse tan cerca de las rocas, de la naturaleza, de las montañas, cuando alcanzas la cima sientes tal felicidad que quieres volver a experimentar esa sensación lo más a menudo posible".
Leni Riefenstahl

miércoles, 14 de julio de 2010

- MONTE ELBRUS: TIERRA Y PUEBLO EN LA CIMA DE EUROPA

















MONTE ELBRUS: TIERRA Y PUEBLO
EN LA CIMA DE EUROPA. 6 DE AGOSTO DE 2005.

Desde la caída del bloque soviético, y la fijación oficial de la frontera euro-asiática en el Cáucaso, el Elbrus ha pasado a ser la cima más alta del viejo continente, desplazando al mítico Mont Blanc que durante tantos años atrajo a miles y miles de turistas de todo el mundo.
Después de varios años acudiendo a los Alpes, este verano me decidí a viajar al Cáucaso, una cordillera desconocida por muchos montañeros y que consta de varios picos de más de 5.000 metros, siendo el límite natural entre Europa por el Norte y Asia por el Sur.
Su cumbre es un volcán de dos cimas; una de 5642 m. (Oeste) y otra de 5621 m. (Este), y que debido a su situación geográfica ( se encuentra entre el mar Caspio y el mar Negro), tiene un clima extremadamente variable, que en muy poco tiempo puede experimentar grandes variaciones meteorológicas, pasando de un clima veraniego a temperaturas árticas cercanas a los 40 grados bajo cero.
Volamos desde Moscú hasta la republica de Kabardino-Balkaria, concretamente al aeropuerto de Mineraline Vody. Aquí viven tres grupos étnicos con sus respectivas lenguas: Los kabardinos, situados principalmente a los pies de las montañas, los balkarianos que pueblan los elevados valles y que fueron deportados a Kazakhstán por su apoyo a los alemanes durante la segunda guerra mundial permitiéndoseles volver sólo en los años 60, y por último la población rusa, que tras la época soviética podemos encontrar en cualquier rincón de la antigua URSS.
Una vez bajamos del avión nos dimos cuenta de que esta zona de Rusia iba a ser bastante diferente de lo que habíamos visto en Moscú. El aeropuerto no había cambiado nada desde la época de su construcción en la era de la Unión Soviética. Por otra parte no era un lugar muy seguro, nos dimos cuenta de que debíamos estar pendientes de nuestro equipaje, había gente que sin billete de avión en la zona de llegadas.
Una vez fuera, y tras subir a una antigua furgoneta Mercedes, iniciamos el camino del valle de Baksan. Durante las cuatro horas de viaje no dejamos de ver controles policiales y militares en la carretera, haciéndonos parar en cada uno de ellos para comprobar nuestra documentación. Por fin llegamos al valle y nos hospedamos en Terskol, concretamente en el hostal Wólfram. El pueblo consta de cinco o seis casas achaboladas, y un par de edificios antiguos en muy mal estado, que habían servido hace muchos años para hospedar a los deportistas de elite soviéticos que esquiaban en esta zona.
Tras aclimatar en la zona durante tres días en el valle, y por fin al cuarto día subimos al refugio de Barrels (3.800 m.). Este refugio se hizo hace unos años, al quemarse el antiguo, conocido como Priyt 11. El Priyt 11 había sido el campamento que ocuparon los alemanes en los años 1942-43 . A lo largo de numerosos combates durante la segunda guerra mundial, la bandera alemana ondeó en la cima del Elbrus. Más tarde cuando los alemanes perdieron la batalla tuvieron que salir para no verse acorralados, la bandera de la URSS volvió a ondear en las cimas. Los guías nos dijeron, que en verano, cuando se derrite el hielo, es fácil encontrar artefactos militares.
Una vez en el refugio de Barrels, continuamos aclimatando durante dos días más, hasta que por fin llegó el día de cumbre. El día 6 de agosto tras unos días de mal tiempo y lluvias ocasionales, preparamos las mochilas y emprendemos la salida a las 2’00h. de la mañana, con la esperanza de que saliera buen tiempo según pronosticaba el parte meteorológico.
Conforme ascendemos empieza a soplar un viento bastante fuerte, que prácticamente nos va a acompañar hasta la cima. Aunque no nos coge de sorpresa, ya estábamos avisados. En esta zona es frecuente que el viento sople con fuerza durante todo el año, sobre todo a esta altura.
Tras una breve parada de media hora para comer algo y descansar en el collado que hay entre las dos cimas, emprendemos la marcha para salvar los últimos 400 m. Nada más salir del collado, montamos una cuerda fija para atravesar una pendiente en la que se habían formado placas de hielo durante la noche.
Por fin divisamos la cumbre. Un pequeño montículo de nieve en el que caben unas quince personas, con una pequeña roca y en ella clavada una placa conmemorando los caídos durante la gran guerra.
Permanecemos allí durante unos minutos. Son muchos los montañeros que van llegando durante toda la mañana. El cielo esta despejado y el sol a esta altura brilla con toda su fuerza, permitiéndonos observar todas las cumbres que nuestra vista puede alcanzar.
Nuestro objetivo esta cumplido y ya es hora de bajarse. Antes de emprender el descenso, echo un último vistazo desde la cumbre. El paisaje es sobrecogedor, la mínima brisa te da una sensación de soledad, que a la vez sientes miedo, como sientes felicidad de poder disfrutar este momento.
Varias banderas se han desplegado esta mañana aquí en el Elbrus, que me hacen recordar a todos esos montañeros europeos que un día empujados por un instinto de superación, se fueron hacia lo alto, atravesando rocas, crestas y paredes para conquistar nuevas cumbres.
También la bandera de “Tierra y Pueblo”, ha estado hoy aquí, en el techo de Europa, trasmitiendo el legado de nuestros predecesores. Una vez más, y sin muchas veces ser conscientes de por qué lo hacemos, un impulso nos ha llevado a hacer una nueva cumbre. El resto corre de nuestra cuenta.
J. J Villapalacios.

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