CITAS Y AFORISMOS
"Es una experiencia verdaderamente fascinante, te olvidas de todo, de todas las preocupaciones, de todos los problemas, toda tu atención se centra en no caerte, es un deporte en el que interviene todo el cuerpo. Produce una enorme sensación de libertad sentirse tan cerca de las rocas, de la naturaleza, de las montañas, cuando alcanzas la cima sientes tal felicidad que quieres volver a experimentar esa sensación lo más a menudo posible".
Leni Riefenstahl

domingo, 22 de agosto de 2010

- REINO DE LUZ Y SILENCIO, Por Gaston Rébuffat

REINO DE LUZ Y DE SILENCIO
Gaston Rébuffat

El futuro alpinista ya ha adivinado que las montañas sólo viven del amor de los hombres; por muchas razones son bellas, pero también lo son por el fervor de un joven montañero. La técnica debe hallarse al servicio de un entusiamo, o de lo contrario reduce el mundo de las alturas a las proporciones de un gimnasio. ¡Pero qué larga es la marcha que conduce a las cumbres! Allí donde las moradas, luego los árboles y por último la hierba terminan, comienza el reino estéril, salvaje y mineral; sin embargo, en su extrema pobreza, en su desnudez total, dispensa una riqueza que no tiene precio: la dicha que se descubre en los ojos de quienes lo frecuentan.
El montañero debe tener músculos fuertes, dedos de acero y una técnica perfecta; sin embargo, esto no son más que herramientas. Ante todo, ama la vida; y el aire, a 4000 metros, tiene un sabor particular, pero hay que ganárselo. Mientras la gente cada día se contenta más fácilmente, el hombre debe seguir siendo exigente consigo mismo: no puede amar una forma de paz que no sea más que ausencia de vida. «Donde hay una voluntad, hay un camino.» No le basta existir: él quiere vivir, pero no vivir peligrosamente, lo cual es fácil y está como emponzoñado. ¡Tiene un cuerpo y un alma! Las altas cumbres le proponen la acción y la contemplación; las altas cumbres ayudan a los hombres a despertar en sí los sueños dormidos.
Pero la belleza de las cumbres, la libertad de los grandes espacios, los rudos placeres de la escalada, la identificación con la naturaleza recobrada, serían placeres estériles y a veces amargos sin la amistad de la cordada: amistad fraternal, hecha de cortesía, abnegación, luchas compartidas y alegrías también experimentadas en común.
Pienso con frecuencia en Moulin y en cómo me inició. Tengo ya en mi haber algo más de mil ascensiones en todas las épocas del año; a veces se adueña de mí la impresión de que la montaña es mi reino. Con todo, cada vez que franqueo su puerta invisible, pero que «siento» perfectamente, me domina un ligero estremecimiento.
Como Moulin antaño, ahora «yo sé» también; pero, aunque hubiese franqueado todas las cumbres por todos los itinerarios, jamás llegaría a conocer la totalidad de ese mundo que amo. Siempre estaré en marcha.

No hay comentarios :

Publicar un comentario